Me fui
temprano para ver a Jota, estaba dormido. Con tubos. Le dije unas cosas, que lo
quería, entre ellas, que iba a salir de ésta pero me parece que no me lo creo.
No sé si me escuchó. Le dije que moviera un dedo, como en las películas, cuando
alguien que está muy mal no puede contestar, y todos creen que va a morir o que
va a quedar en coma para siempre, y le piden una señal, a eso le sigue un
silencio expectante y de pronto se mueve apenas un dedo. Un movimiento mínimo.
Pero es una respuesta. Y la música empieza suave pero alegre. Jota no movió
nada, lo miré bien, y también miré las cejas, los párpados, en busca de la señal. Capaz que me escuchó, pero no
pudo mover el dedo o no tenía ganas, a mí, cuando estaba en ese lugar, en el
CTI, llena de tubos, en general me embolaba que me hablaran, quería quedarme en la tercera dimensión.
De tarde me
quedé con mamá, está mucho mejor. La vi bien, de buen humor, con energía. A las
7:30 me tomé el autobús para volver a Montevideo.
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