Me desperté
temprano, fui a comprar pan fresco para mamá, la noche anterior le había
prometido un desayuno con pan fresco y manteca. Se queja de que no le dan de
comer lo que ella quiere, no se banca bien la dependencia. Y quién lo haría. No
sé, yo voy a hacer un petitorio con un escribano, para que en ese tipo de
situaciones no me internen en un Centro de Cuidados Intensivo. Que me den una
droga fuerte que me haga morir en paz, disfrutando de la muerte. A mi madre,
cuando me dice que se siente desgraciada por ser una carga, le digo que todo está
bien, que no tiene que sentirse mal, que la cuidamos con amor, que no es una
carga, y muchas otras cosas. Pero personalmente, estoy convencida de que no
quiero vivir de esa forma, la entiendo, estoy de acuerdo con el planteo de la
película L’ amour, de Michael Haneke. A mí, por favor,
que me dejen morir antes de llegar a vivir así. Es humillante para ella, para
todos es muy duro. Estoy convencida que lo que hace que no dejemos morir en paz
a nuestros amores amados es un tremendo egoísmo, no queremos que se vayan nuestros seres queridos. No los dejamos ir. A
mí, por favor, que me dejen ir.
Casi no dormí
en el autobús volviendo a Montevideo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario