Mucha tos. Me
quedé en casa, leyendo. Todo el día fue sábado, un sábado largo. También
envolví regalos de Navidad. Pero me sentí mal, mi cabeza era una congestión
mocosa, no podía pensar con claridad –leer, por ejemplo, me cansaba. Solamente podría
haber mirado alguna estúpida revista. Y como no tengo estúpidas revistas, no
podía leer nada. Bajón. En esos casos, prefiero mirar una estúpida revista. Aunque
es lo mismo que no mirar nada. No, no es lo mismo. Basta.
Vino una
amiga de Sofía y Ale, Lucía, una chica amorosa que vive en Londres y que se
hizo amiga de Ale y Karin. Le di el libro de Ale.
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