06 de setiembre de 2014, viernes.

Nos  levantamos 6:30 a.m. desayunamos y salimos rumbo al aeropuerto, sin que nos lo propusiéramos, todo fue mejor que lo previsto –lo previsto, por experiencia, era llegar tarde, no tan tarde como para perder el avión pero sí como para pasar nervios, olvidarse de algo importante y darse cuenta antes de llegar al aeropuerto, dejar una mochila en casa, etcétera. Pero no pasamos nervios, no nos atrasamos, no nos olvidamos de nada. Pero el viaje…Bastian. Bastian no durmió en todo el viaje, y nosotras tampoco… bueno, yo hice unas cabeceadas, y Sofi creo que durmió 2 veces 10 minutos cada vez. El avión, además, estaba lleno de gente acatarrada, una peste. En un momento Bastian quiso caminar por el pasillo y llegamos hasta un asiento donde había una bebé más o menos de su tamaño, cosa que le divirtió mucho, ya que es muy sociable. La nena estaba retranqui, así se lo comenté a la mamá, que me respondió “y eso que está con diarrea y vómitos, tiene una enterocolitis aguda”. Vade retro, pensé, y levanté a Bastian, di media vuelta y me fui a mi asiento. Le conté a Sofi y me dijo que Bastian ya había jugado con la nena, que había querido sacarle el chupete.