Montaje. Fui
a las 13, como me habían citado, como una creyente. Por supuesto, como siempre,
había que haber ido antes, hablar con alguien, conseguir hacer tu montaje antes
que los demás…
Me quedé en
el MNAV hasta las 16.30, esperando al técnico (el que conecta cables para
videos y demás) a un técnico que nunca llegó. Más tarde me entero que el
técnico –desde hacía ratooo- había dicho que no volvía hasta las 21 hs. Me fui
al seminario de filosofía, que me hizo mucho bien, intenté separarme de los inconvenientes museísticos.
Pero intentar no basta. Nada basta, en realidad. Todo fue una falta de respeto,
un manoseo. A eso de las 18 hs volvía al MNAV, a ver si estaban los equipos
necesarios para la exhibición. Al parecer, estaban, aunque más tarde supe que
nooooooo, nunca, nunca había estado todo completo… faltaban los cables, o sea,
la única forma posible de vincular la obra electrónica con la visual.
Me fui a
casa, me di una ducha para sacarme la mala onda y comí algo, volví al museo. Todo seguía igual, o peor. Eran las 19
hs. Me quedé hasta las 12.30 del día siguiente. Sin necesidad. Porque las cosas
no estaban bien planificadas. Porque te citaban a las 13 hs y nunca te daban
bola. Impecables los artistas con los que coincidí. Respetando a todos, sin calentarse. Los montajistas
hacían lo que podían, superados por la falta de tiempo. Pero quién es
responsable de esto… de la falta de
respeto a los artistas, a los montajistas, pintores, etc., que con la
mejor buena onda intentaban cooperar dentro del caos? Quién decidió que 5 días
de montaje bastaban para poner en exhibición 60 obras complejas? Con 5 días de
montaje y 6 operarios, que casi no durmieron durante dos días… realmente. Una
desproporción.
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