Me decidí y me
fui para Munich. Lo del bebé y lo de mi madre me quitaron la alegría del viaje.
Saqué un pasaje en Lufthansa (hay diferencia con Air Europa), llegué a eso de
las 9 y me enfrenté a un laberinto de conexiones con palabras larguísimas en
alemán, llenas de haches, zetas, uves, uves dobles, jotas, erres, todas consonantes
en apariencia inseparables para el germano. Caminé hasta la estación de tren
(me indicaron la dirección en una oficina turística), le pregunté a un señor muy
amable cómo hacía para sacar un ticket hacia el barrio a donde me dirigía, él
apretó todos los botones por mí y me dijo donde debía pararme para esperar el
tren correcto. Cuando nos despedimos me
preguntó si era italiana –por supuesto que le dije “uruguaya”- me contó en
español que había estado viviendo un año en Buenos Aires. Subí al tren junto
con dos hombres jóvenes que llevaban un coche de bebé con una beba del tamaño
de Bastian. Charlé con ellos, claro, en inglés, y resulta que los dos eran los
papas –suena así, pápas. Los papas, geniales, cuidaban a su bebé super bien, se
turnaban para acunarla, y hacer que el viaje no fuera muy pesado, y también me
ayudaron a no equivocarme, y como se bajaban dos estaciones después que yo, me avisaron
cuando tuve que bajar. O sea, llegué al barrio, y a la Plaza HohoenzollernstaBe
bastante pasadas las 11 de la noche y no
había taxis salvadores en la calle, si no, hubiera tomado uno. Luego, como no
tenía idea para donde era el sur o el norte ni el este ni el oeste, caminé bajo
las indicaciones de Sofi por teléfono, un rato en la dirección contraria a la que me dirigía y luego –por suerte- en
la correcta, hasta qué mágicamente encontré la calle Xxxxxxxx. Cuando encontré
el edificio donde estaba Sofía, no podía creerlo, ya estaba casi convencida de
que no iba a llegar nunca y estaba programándome internamente para buscar un
hotel. Grandes abrazos con Sofi y con Bastian, claro. Xxxx había llegado hacía un rato y se había ido a dormir. Levanté al bebé; estaba
livianito, había perdido bastante peso. Me miró con carita incrédula. Triste.
“Toda pregnancia de uno mismo se gesta en el relacionamiento con el otro.” J.L. Brea
- Teresa Puppo
- La estructura del proyecto se basa en la idea de la autobiografía. Un archivo de eventos fugaces y efímeros, actos cotidianos, relaciones que se forman a partir de fotografías y textos. El individuo necesita el reconocimiento de su diferencia frente a la intención masificadora de la sociedad contemporánea, y es conciente de su existencia a partir de la relación con su entorno, con la comunidad de la que forma parte. La interioridad, la privacidad y la intimidad se exponen en el espacio de lo público. El autorretrato se forma a partir de mi relación con el otro, partiendo de la base de que mi identidad se construye interactuando con ese otro y con la esfera de lo social. La obra, siempre en proceso, se convierte en un work in progress, en una obra abierta e inacabada, que se continuará creando con la acumulación de registros y comentarios de los distintos sujetos de las comunidades de Internet.
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